Como comerciante os tengo que decir que a menudo me encuentro perdido. Me pregunto ¿Qué soy? ¿Qué hago? Cómo me llamo?
¿Como se llama nuestro comercio? ¿Comercio tradicional? ¿Pequeño comercio? ¿Comercio de barrio? ¿Comercio en peligro de extinción?
Un día estaba tan perdido que cogí un diccionario. Sabed que un diccionario es un libro grueso que tenemos encima de una estantería lleno de polvo y que cuando la abres encuentras el significado de palabras. La primera que busqué fue *botiguer y la definición decía así: "Persona que tiene tienda puesta". Pensé no vamos bien ... (* la palabra "botiguer" en catalán, se podria traducir al castellano como tendero o comerciante.)
Continué leyendo y la segunda definición decía que el botiguer era un pájaro. Pensé; pinta bien! Parece ser que el "botiguer" es un pequeño pájaro que normalmente está a las orillas, en los arcenes de ríos y siempre está muy atento. Se ubica en lo alto de una rama en una situación privilegiada ... Y de vez en cuando el pájaro se adentra como una flecha en el río y pesca un cliente, quiero decir un pececillo.
Investigando más descubrí que antes la gente le decía "botiguer" a este pájaro porque es uno de los más coloridos de Catalunya. Es un pájaro que tiene la cabeza grande y la cola pequeña y por la parte de atrás parece que lleve una bata azul. Parece ser que antes los comerciantes llevaban una bata de color azul, y así descubrí el origen del nombre.
Como no quedé muy satisfecho pensé en buscar el significado de la palabra "comercio" y esta es la siguiente: compra y venta de productos naturales, industriales y / o servicios. Personalmente no me gustó mucho esta definición, la encontré muy breve y muy fría.
Pero finalmente encontré una última que me gustó más! decía así: Comercio: Intercambio de ideas y sentimientos entre personas.
Enseguida pensé: ¡Esta es nuestra definición! Es lo que hemos estado haciendo durante siglos y siglos las tenderas y tenderos.
Os quiero contar una pequeña anécdota si me lo permiten. Poco antes del neolítico había 3 hermanas muy espabiladas. Un día, la hermana mayor, que se llamaba "Venga, va" decidió plantar una semilla y hizo una buena cosecha. Esta cosecha creó un excedente, y así, sin saberlo, puso en marcha la revolución del neolítico. La segunda hermana, que se llamaba "ahora vengo" cogió el excedente de producción y se lo llevó a un cruce de caminos para venderlo y, sin saberlo, inició la revolución del comercio. Cuando llegó la hermana pequeña que se llamaba "me quedo aquí" se produjo el origen de las ciudades.
Como todas vosotras sabéis, la mayoría de ciudades de Catalunya y del resto de Europa se crearon y crecieron alrededor de un cruce de caminos. El comercio fue, desde los inicios, el eje vertebrador de nuestras ciudades.
En estos cruces de caminos, nuestra definición de comercio se llevaba a la práctica diariamente. Múltiples intercambios de ideas y sentimientos. Fue pasando el tiempo y este intercambio le siguieron practicando los fenicios, los griegos y los romanos, también los bárbaros y los árabes ... toda esta gente eran los comerciantes de la época y llevaban muchas más cosas que productos. Contaban historias, comentaban avances, descubrimientos técnicos y científicos y hablaban lenguas diferentes. Por este motivo hoy sabemos que el comercio hizo posible grandes avances como el alfabeto, la navegación o la moneda.
Por todo ello me gustaría puntualizar que el comercio no ha sido sólo un hecho económico. Ha sido un espacio de intercambio de ideas y sentimientos, de relación, de compartir y que juntas hemos hecho cada una de nuestras ciudades. Entonces, ¿qué ocurre cuando cierra un comercio? Pues que toda una red de relaciones tejida a lo largo de los años, desaparece. Es una pena inmensa...
Yo últimamente me paseo por las diferentes ciudades y veo el pasado comercial y la vida que habían tenido, y que en este momento son prácticamente ciudades dormitorio. No es el caso de Granollers, pero en Granollers tenemos otro problema, como muchas otras ciudades, que es la "clonificación" del comercio. Uno va perdiendo la ilusión de ir de una ciudad a otra porque en prácticamente todas hay las mismas tiendas. Y esta clonificación se extiende a ciudades extranjeras como París o Londres y en toda Europa. ¿Y quien tiene la culpa de todo esto? ¿las grandes compañías? ¿los ayuntamientos? ¿la administración? ¿los políticos? ... En buena parte yo diría que la tenemos nosotros.
Tenemos el mundo que consumimos. Muchas veces los propios tenderos no vamos a comprar el pequeño comercio. Resulta que todos vamos a 20 empresas que todos conocemos y que deciden por nosotros el mundo que "no queremos".
Hace un tiempo estuve haciendo una charla en la universidad de Girona y ante unos 60 alumnos los lancé una pregunta: decidme una tienda aquí en Girona donde vendan muebles, y nadie me supo decir ninguna. Entonces les pregunté, ¿pues dónde vaya a comprar los muebles? Ya sabéis lo que me dijeron... Después les pregunté, decidme una tienda de deportes aquí en Girona, pero ninguno de los 60 estudiantes respondió. No hace falta que os diga dónde compraban los productos de deporte.
Tenemos el mundo que nos merecemos y tenemos el mundo que consumimos. Y sólo el ejercicio individual traerá este cambio, que aunque pequeño acabará siendo el que hará cambiar las cosas. Si no lo hacemos es porque no queremos. Como decía Carles Capdevila, que desgraciadamente ya no está: curioso este país que cuando cierra una tienda de barrio todo el mundo se queja y nunca había nadie que fuera a comprar.
Pues qué hacer si cada vez se gana menos? Pues comprar menos señoras y señores! os lo dice un tendero de 4ª generación: cuando la gente compraba menos, los pequeños comerciantes vendíamos mucho más. Y no sólo eso, vendíamos con conciencia, conocíamos los y las clientes y éramos una parte fundamental de la ciudad.
Por todo esto que os cuento, entre todas debemos ser capaces de crear un comercio creativo, y con estilo propio, dentro de un entorno sensible y sostenible arraigado a nuestra cultura, donde las personas se relacionen y consuman conscientemente. También un comercio innovador comprometido con la sociedad del momento y ilusionado con su presente. Hay que recuperar la medida humana de la ciudad, del individuo, de la comunidad, de la convivencia, de la participación. Sin participación no hay democracia. Participar, hablar, mirar, escuchar, crear, decidir por nosotros mismos dónde compramos, para qué, cómo, cuándo y cuánto. Según Vicenç Partal, encontrar el equilibrio entre lo global y lo local, saber ser "glocales", es nuestro gran reto de futuro
Para terminar, una cita de Ken Blanchard y Michael O`Connor "El éxito verdadero no proviene de proclamar nuestros valores, sino de ponerlos en práctica consecuentemente cada día".
Bueno, mañana cuando vuelva a levantar la persiana pensaré que soy el heredero de uno de los oficios más antiguos del mundo pero sobre todo, y lo digo de corazón, el más bonito del mundo, pues cada vez que se abre la puerta entra una persona (no un consumidor) con la que podemos intercambiar ideas y sentimientos. Y en ese mismo instante se produce este milagro. Y esto también es vida.